martes, 19 de abril de 2016

UN PASEO POR LA CALLE. Deportista masculino.

Hoy voy a dar una vuelta por el centro de la ciudad. He llamado a un taxi para que me lleve. Ultimo los retoques a la imagen que me devuelve el espejo de la entrada. Veo el taxi aparecer. Salgo a la calle. El taxista debe pensar que espera a otra persona porque me ve, se queda un poco boquiabierto y mira en derredor por si se acerca otra persona a su vehículo. Me acerco a su ventana del coche, y le digo que estaba esperando un taxi y que creo que era él el que debía recogerme.
Continúa boquiabierto, pero por fin reacciona y me invita a sentarme detrás. No me saca ojo por el espejo retrovisor. Le digo que me lleve a una calle del centro. El coche se mueve, su cara alterna sonrisas curiosas y tímidas ganas de dirigirme la palabra. Me resulta divertido, pero espero que cuando se decida a hablar no sea un torrente descontrolable. Por fin, tímido, comenta el partido del sábado pasado y cuanto le habían impresionado mis jugadas. Me muestro agradecido, este hombre entiende más de deporte que muchos periodistas.
Llegamos al destino, el hombre me pide un autógrafo y dedicatoria para sus hijos. Saca una libreta y un bolígrafo para que pueda escribir, lo hago y le pago la carrera con una buena propina. El hombre me saca una foto con el móvil y se va encantado.
Cuando salgo del taxi, me subo la cremallera de la chaqueta, me pongo unas gafas de sol y un sombrero muy cool. Espero que no se me reconozca demasiado si escondo un poco la cara. Paseo por unas cuantas calles, noto como la gente se me queda mirando: unos dudan, otros se paran y otros empiezan a seguirme. Entro a la tienda que buscaba. La gente que me seguía, o entra, o mira a través del cristal del escaparate.
Dentro de la tienda, me quito las gafas y el sombrero. La gente me reconoce, me aplauden, las chicas comentan entre ellas, y todo el mundo saca el móvil para hacerme fotos. Me dirijo hacia la caja, donde las cajeras me esperan con una sonrisa y miradas brillantes. Al salir, la gente me pide poder hacerse un selfie conmigo. Estoy un rato, pero cada vez aparece más gente. Al final, casi una hora después, subo a un taxi estacionado para volver a casa.
El taxista, también boquiabierto, se comporta igual que el anterior. Al volver a casa lo mismo: una dedicatoria para sus hijas, que tienen una camiseta con mi nombre.
Entro a cas y me relajo, preparo la cena y me siento en el sofá. Las noticias en la televisión: la entrega de los Nóbel, la guerra en Irak, la guerra en Ucrania, el ébola en África y...yo. Se suceden las imágenes de la tienda donde he ido: fotografías que ha hecho la gente que tenia alrededor y los vídeos de las cámaras de seguridad del interior y exterior de la tienda, y algún que otro vídeo hecho con los móviles que me filmaban. Tela...han dedicado 15 minutos del telediario a la anécdota de la tienda, y sólo unos pocos a cada uno de los otros temas.